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Tras años de silenciosa pero creciente mejora de la animación japonesa, emerge Ataque a los titanes, una serie televisiva de tales dimensiones, en su producción y sus planes de mercado, que es imposible ignorarla por parte del gran público occidental. Ataque a los Titanes representa un recordatorio internacional de que la animación es una técnica capaz de subyugar también al espectador adulto. En este caso, es también una prueba de los últimos avances artísticos y técnicos en el anime, desde un lenguaje muy personal. Su triunfo no debe tanto a su idónea receta inicial como a su impresionante impacto en los públicos, convirtiéndose en un fenómeno viral, que la industria nipona ha sabido retroalimentar con suficiente maestría, hasta convertirlo en un colosal fenómeno de 2013. El presente artículo ahondará, en primer lugar, en la concepción de la serie, haciendo énfasis en los factores que la hacen destacar dentro de las series anime y en competencia con obras de acción real; en un segundo punto, introduciremos los valores artísticos de su unicidad; y, finalmente, evaluaremos su repercusión a nivel nacional e internacional.
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