A diferencia de lo sucedido en el escenario bélico, donde desató las hostilidades y mantuvo la iniciativa en varios frentes a la vez, el régimen nacionalsocialista apenas si pudo equipararse a los países aliados en el uso político de la animación a pesar de conceder a la propaganda una importancia excepcional. A la vista de este fracaso, el artículo indaga su marco causal y se adentra para ello en un campo de fuerzas donde instituciones rivalizan con empresas y figuras de talento con oportunistas en la gestación de filmes de tono y calidad muy desigual que rápidamente cayeron en el olvido pero que, dado su valor documental, conviene tomar en cuenta en el marco general de la historia de la animación.