El departamento de Animación de la Universidad de Loyola Marymount (LMU) se fundó en los años noventa en base a la idea pedagógica del modelo de autor que Dan McLaughlin utilizó exitosamente en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA): un estudiante, un film. La naturaleza histórica y competitiva del mercado de la animación en Los Ángeles impulsó la búsqueda de una identidad propia, puesto que ello permitiría a la escuela distinguirse, competir y progresar. En el 2007, el nuevo programa curricular impulsó el desarrollo del pensamiento crítico para la conceptualización de historias, la promoción y el respeto a la diversidad de las ideas en trabajos de grupo, un intenso programa clásico de dibujo, y procesos tecnológicos que favorecen un flujo eficiente de producción. El cambio elevó el valor de la producción, pero lo más importante es que promovió un inesperado cambio social y artístico que sigue afectando a la escuela en su conjunto. La redefinición de la escuela ha contribuido a educar varias generaciones de artistas tolerantes a la diversidad y entusiastas de la colaboración.
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